Hace unos años un post-anarquista norteamericano llamado Josiah Warren tuvo una genial idea a la que denominó Banco de Tiempo.
El Banco de Tiempo es un sistema de intercambio de servicios por tiempo. En él la unidad de intercambio no es el dinero sino una medida de tiempo, por ejemplo una hora. Es un sistema de intercambio de servicios por servicios o favores por favores y tiene la ventaja de fomentar las relaciones sociales y la igualdad entre distintos estratos socio-económicos.
En la sociedad que vivimos es muy interesante el valor de “tiempo–dinero” como base del trueque. Para intercambiar unos servicios, no es imprescindible tener dinero pero siempre será necesario tener tiempo, es decir, algo que cuesta dinero también cuesta tiempo y el tiempo tiene mucho valor. En un Banco del Tiempo, los intercambios costarán tiempo pero no dinero estableciendo así relaciones sociales más solidarias e igualitarias entre los miembros de una comunidad. Ningún servicio o intercambio tiene mayor valor que otro.
Por ejemplo, quien no tiene tiempo para ir a recoger unas prendas a la tintorería puede intercambiarlo con quien necesita unas clases de piano o en enseñar matemáticas al hijo/a a cambio de arreglar una avería eléctrica.
Un Banco del Tiempo ofrece la posibilidad de conciliar la vida de estrés y falta de tiempo mediante el apoyo social común o, quizá, poder tener algunos bienes básicos aunque no se tenga dinero para comprarlos. Es un intercambio basado en una forma de economía social quizá más interesante que la que tenemos en la actualidad: la economía de la plusvalía y la hiperinflación.
La lógica detrás del Banco del Tiempo es sencilla: ayudar a la sociedad civil a organizarse y participar. En Estados Unidos, donde nació la idea, partió como una forma de coordinar a adultos mayores que estaban solos para que pudieran asistirse unos a otros. En España, surgió para unir a un grupo de mujeres y ayudarlas a conciliar trabajo y familia. En Inglaterra, funciona animando la inserción social de los inmigrantes. En la actualidad, un Banco del Tiempo aporta innumerables ventajas, como por ejemplo:
· Fomenta valores de cooperación y comunicación mejorando las relaciones sociales de una comunidad.
· Genera mayor bienestar y confianza social.
· Propicia el ahorro, ya que no funciona con dinero.
· Se comparten capacidades y aptitudes con la comunidad.
· Visibiliza el trabajo no remunerado de las mujeres.
· Fomenta la igualdad entre los miembros de una comunidad.
· Fomenta la solidaridad, la cohesión social y facilita la integración de personas en exclusión social.
· Aumenta la autoestima e interdependencia de sus miembros.
No hay inversión mejor recompensada que invertir TIEMPO en las personas. Ayudar y ser ayudado es una linda máxima. Esta iniciativa ayudaría a mejorar la calidad de vida de mucha gente, a la vez que incentiva la escasa participación ciudadana que actualmente existe y, sin duda, es un gran paso para cambiar las cosas.
Esta iniciativa que ya está funcionando en muchas partes del mundo es una buena forma de hacer llegar a todos y todas lo bueno que tiene la sociedad, sin sufrir este “monetarismo” y “mercantilismo” abusivo que ocasionan plusvalías negativas, en nuestra contra, que en el mejor de los casos aprovecha alguien pero que, en la mayoría, se pierden o representan una perdida de recursos: de tiempo, sociales, medioambientales, económicos…
Para que este mundo se lance, además de las obvias y oportunas herramientas, es preciso que la sociedad se involucre en esta filosofía de cambio de pensamiento hacia una sociedad más sostenible en las relaciones entre seres humanos. Cambio que necesita, para su desarrollo, una actitud activista, comprometida y motivada..
En resumen es una forma de volver al precio de las cosas por su coste en tiempo y esfuerzo y no por el valor de convenio de mercado.
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